Mañana en el Desabasto

Caminaba sin prisa en la incandescente mañana de ese helado día, compró el diario entró al bar pidió un café y encajo su entrecejo en las paginas grises de aquel matutino.
De tanto en tanto, levantaba la vista y miraba hacia la calle................
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Veía lo mismo de siempre
Gente, ruido, autos, más gente yendo a ningún lado pero con la idea clara de saber hacia donde ir.
Entonces tomaba de ese horrible café que le habían servido, con cada sorbo se iba incrementado el sabor a hiel del mismo.
En la mesa más próxima a la suya, alguien hablaba por teléfono. En su cabeza podía el oír toda la conversación. Detestaba poder hacer eso.
Trataba entonces con más y más fuerza de hundir su cabeza en el diario y así abstraerse de lo demás, pero no era este el mejor remedio.
El ruido, el humo, el tiempo, la gente marioneta del tiempo y la espera.
Fue así que se levanto tomo dinero de un bolsillo del saco negro que traía puesto, lo dejó sobre la mesa y salió caminando.
Al salir miró su reloj, luego encendió un cigarrillo y camino en dirección al río, al llegar a la esquina pudo verla.
Era ella quien con la gracia de un cisne, caminaba en dirección a el, vestida en palabras de inagotable brillo.
Era Cecilia.
Al verla el silencio fue total para el, ya no le importaban ni la cianótica mirada de las personas que lo rodeaban, ni sus voces, caminar o el amargo color que los rodeaba
Lo limitado de su cuerpo era ahora espurio, el tiempo no tenía principio ni fin y el sabía como sería su fuga.
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